En el año en que yo nací, los humanos teníamos una expectativa de vida promedio que a duras penas pasaba de los cincuenta años. Desde aquellos tiempos la población mundial se ha triplicado y quien nace hoy ya puede aspirar a cumplir los ochenta. Habiendo vivido ya más que ese tiempo me considero un sobreviviente con pronóstico reservado que aún sigue dando muestras de vida.
A lo largo de todos esos años, he visto pasar la guerra más mortífera de todos los tiempos y me he tenido que adaptar a varias revoluciones científicas, tecnológicas y culturales. Mucho de lo que entonces era un lujo hoy es considerado necesario, y mucho de lo que entonces era considerado absoluto hoy es relativo. Buena parte de las cosas que llenaban nuestra fantasía ya ha sido realizada. Viajamos al espacio, caminamos por la Luna y nuestras sondas llegan a los planetas más remotos, pero curiosamente nada de eso despierta el mismo entusiasmo que cuando era apenas una fantasía. Cuando yo nací, en la Tierra todavía existían lugares inexplorados como la Amazonia o la Antártida, y hasta cabía imaginar que en ellas se ocultaría alguna civilización perdida. Hoy tenemos precisos mapas de Marte, nos disponemos a explorarlo y los marcianos han desaparecido de nuestra mitología.
Pasamos medio siglo bajo la amenaza de un apocalipsis nuclear, que gracias a Dios vimos diluirse sin estruendo. Pero en el mundo sigue habiendo guerras y cada tanto renace la amenaza. El planeta ha comenzado a crujir bajo la carga de toda esa basura indestructible que parece ser el precio de nuestro bienestar. No somos más felices ni más sabios; apenas vivimos más y tenemos ansiedades distintas.
En un salto reciente y totalmente inédito, el progreso ha comenzado a mudarnos a un mundo de sueños virtuales en los cuales ya transcurre buena parte de nuestras vidas. Empezamos a darnos cuenta de que este nuevo mundo también tendrá su cuota de polución, que esta vez será mental y espiritual, porque sus novedades son tan efímeras que en cuanto acabamos de familiarizarnos con ellas ya pertenecen al pasado.
Del origen y desarrollo de ese mundo, de su historia no lineal y de aquello que asoma más allá de unas fronteras que no han cesado de expandirse, trata este libro. En su historia aparecen situaciones y personajes que no es habitual asociar entre sí: la New Age se asocia con el conductismo y la electrónica, el darwinismo con el ciberpunk, y todos ellos se encuentran con la ciencia ficción. Todas estas corrientes acaban entrecruzándose y convergiendo en un proceso que nadie había explícitamente planeado. La última novedad parece ser un nuevo discurso ideológico que anuncia el fin de la especie humana, o por lo menos de aquello que hasta ahora nos había hecho únicos.
Esa es la razón por la cual me pareció oportuno repasar, junto a las paradojas del progreso, algunas de esas cosas que todavía definen a la condición humana, como el amor y el humor.
Todo esto fue hecho contando con un modesto cerebro natural y algunos de los benditos recursos de Internet, las mejores prótesis para una mente que quiere mantenerse inquieta.
Salvo unos pocos textos aparecidos en diversas publicaciones y debidamente actualizados, casi todo el contenido del libro es inédito. El último capítulo se lo había dedicado a Graciela, quien no alcanzó a vivir para verlo y darme su aprobación, que siempre me ayudó a seguir adelante.
Pablo Capanna, Julio de 2023
EDICIONES SAMIZDAT, 2023
Contenido
CONEXIONES
Los cibernéticos
Todo nació con Joe
Un profeta olvidado
Los polímeros urbanos
De la paloma diestra al pajarito gritón
-La ingeniería de la conducta
-El adiestrador de palomas
-Los vampiros filantrópicos
ASCENSO Y CAÍDA DEL HOMBRE
Homo mensura
El Hombre mecánico
La religión darwiniana
-Julian: religión sin revelación
-Aldous: revelación sin religión
MÁS QUE HUMANO
Adviento de Proteo
-De la psicodelia al metaverso
Esperando la Singularidad
La condición humana
El otro lado
Homo fragilis
-¿De quién es la culpa?
-Antropodicea
¿Se ríen los androides de nuestros chistes?
-De la risa al humor
-Risas digitales
-El don del humor
Filemón y Baucis
Leer capítulo:
DE LA PSICODELIA AL METAVERSO
Hasta aquí cualquiera habrá notado que la mayoría de los conceptos que permiten definir al trans-humanismo provienen de la ciencia ficción, donde se cultivó el imaginario del Progreso antrópico. Los términos clave del mundo virtual (ciberespacio, Homo+, singularidad, metaverso, avatar, etc.) fueron acuñados por la ciencia ficción, uno de los campos donde mejor se puede apreciar la transición de la matriz antrópica a la alogénica.
El puente entre la New Age y el transhumanismo lo tendió el ciberpunk, una corriente renovadora de la ciencia ficción que tuvo su auge hace unas décadas. El mensaje tecnófilo del ciberpunk consiguió captar a una nueva generación que era tan adicta a la computación como la anterior había sido a la psicodelia, cuando no a ambas.
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